Hay un momento, antes del beso, que se empieza a besar con la mente.
Ese momento en el que el beso el inevitable y todo se está yendo, para bien o para mal, al tacho. Ya no vas a tener la misma categoría, ni los mismos besos, ni las mismas ganas. Son esos segundos previos en los que te convertís en algo distinto, por arte de la magia misma.
Hoy en día estoy en ese período constantemente.
Qué lindo sería poder decirte: "¿Sabés qué? Hace un rato que te estoy pidiendo que me beses y vos ni enterado."
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