A mis pasados se les da por jugarme malas pasadas.
Vuelven a aparecer, en forma de reproches con mal timing, como sueños, susurrando canciones o revolviendo recuerdos.
Por suerte, con la misma facilidad que aparecen, me demuestran que si pasé y no estoy ahí, algo habrá pasado por ese presente para convertirlo en pasado.
A cada reproche se suman veinte respuestas, a cada sueño se acopla la tranquilidad de que sólo sea un sueño. Las canciones son mías. Y los recuerdos son ficciones, casi como cualquier librito Losada de 4 pesos.
Llenarme de culpas ajenas para comprobar que del desamor se sale detrás de la primera pollera, ya no vale la pena.
Por suerte, no sólo no se muere de amor, sino que al amor se lo mata en la primera esquina que sonríe un poco por demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario