jueves, 30 de septiembre de 2010

Te quiero ilimitadamente

Para que no quede ni un límite en pie
soñé con besarte las palmas de las manos
y redescubrí,
entre canciones de novedad y flores de papel,
un viento que nos despeinó los corazones
(que venían cansados, que venían cansinos)
que querían dar vueltas,
remolinos,
y caer en un mar de mareadas risas.

Para que no quede ni un límite en pie
decidí que iba a quererte sin razones
y entendí,
entre nuevas formas de conocerte cada día,
los renglones que no te cuento
(que caminan saltando, soltando)
que quieren ser voz,
aullidos,
y aturdir corazones aturdidos.

Para que no quede ni un límite en pie
quiero desdibujarte las líneas,
y pintarte,
entre crayones, colores y blancos y negros,
la forma que no controlo
(que asoma, que aflora)
que quiere ser magma,
libertad,
y un poco de libertinaje.

No hay comentarios: