sábado, 28 de agosto de 2010

¿Y ahora?


Ayer usamos un rato de la fiesta a la que fuimos invitados para charlar.
Fuimos a conocer el resto de la casa y había árboles y una luna amplísima.

Hablamos. Nos dijimos algunos miedos y hasta nos emocionamos juntos.

Le tenemos miedo a la rutina y tenemos miedo de estar sobredimensionando todo. Y esa sensación nos hace pensar si seremos capaces de sostener lo que nos está pasando, más allá de la emoción de que esto esté pasando así.
Coincidimos en que no encontramos posibles motivos de peleas, en que nos queremos y en que queremos sostenernos, mutuamente.
Sonreímos de pensar que no teníamos forma de encontrarnos en la vida si no hubiera sido esa noche, y discutimos si es posible que sea el destino, o si es solamente la buena vibra que (nos) erradiamos en ese encuentro. Pero eso también nos hizo pensar en por qué nosotros y no otros. Y planteamos, de alguna manera, si no nos sentimos en la obligación de elegirnos, en honor a ese encuentro.

Yo no sé, nada.
Yo volví a casa con toda esa conversación en la cabeza.

El horizonte multicolor está empezando a definirse mejor, y hasta ya está apareciendo algún gris, que lo tiñe de realidad.

1 comentario:

El Lichi dijo...

Los encuentros son tan complejos y misteriosos que a veces es mejor dejar su sentido de lado y marcharse con una sonrisa, tratando de que esa sensación de misterio se convierta en un cruce lúdico de ideas...
Hay que hacer hablar al misterio...
Muy bueno leerte!
Besos!