sábado, 21 de agosto de 2010

Confesiones fílmicas

No estoy segura cuándo fue, pero sí sé que la primera vez que vi Garden State tenía el corazón hecho añicos y alguien innoble me dijo: "Vos tenés que ver esa película."
Esa noche fui triste. Esa noche, lo recuerdo, me fui a dormir llorando y llorando me quedé dormida. Porque en esa película había amor puro, del que yo no estaba segura de haber tenido, siquiera. Amor puro del que no concebía.
Esa noche, con el corazón hecho añicos, lloré por el amor ficticio ajeno. 

Me importó un bledo la ficción y me fui al carajo con el pacto de lectura. Lloré porque la vida tenía una Natalie Portman y un Zach Braff que se amaban a las corridas y me llenaban la pantalla de magma.
Esa noche lloré de desamor.

Voy a acomodar el puff y voy a volver a mirar Garden State sola, después de un poco más de dos meses de sábados en compañía. Mi primer sábado sola en estos meses lo voy a ocupar con Garden State, por segunda vez.

La situación es completamente distinta y soy conciente de eso. Ya no tengo el corazón hecho añicos y ahora vuelvo a creer en el amor que nunca tuve. Ahora, el amor sí es magmático como yo siempre creí que podía ser. Hoy, si lloro durante la película, estoy casi segura que va a ser de alegría. 
Porque la película más magma que vi tiene fragmentos del amor magma que estoy viviendo.

Hoy no me voy a dormir llorando. Me voy a dormir esperando que suene el teléfono. Hoy me voy a dormir sabiendo que hay magma. Y que hay amor. Y que ay.

3 comentarios:

laui dijo...

Hay pocas películas de Natalie Portman que no me hicieron llorar, o de desamor, o de amor, o de indigestión, de lo que sea.

Innoble. dijo...

Hay películas ay.

l dijo...

Sean felices.
Disfruten de un precioso soundtrack.

http://rapidshare.com/files/332015/Garden_State_Soundtrack.zip