Arrancamos en Matienzo, con el lugar colmado y el cambio de planes, que siguieron por Palermo y un último clericó pseudo veraniego, que terminó en una caminata, colectivo y taxi que llevó a tres horas inesperadas de mate y charla que extendieron mi día hasta este momento que termina con un chau hasta mañana en pleno desvelo y con sabor a qué buena noche, la pucha.
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