La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
La descubrí, polar, dando vuelta esa esquina. Y no pude desprenderme de ella.
Estaba disfrazada de color oro. Ella, tan plata, esta noche jugaba a ser oro.
Estaba aún a medio camino, invitándome a subir, a viajar, a acompañarla.
Cautivó todos los pensamientos que quedaban libres.
Me sostuvo la mirada el resto del viaje. Y yo no pude hacer más que mirarla.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Se convirtió en vértice de cinco sentidos, cuando la descubrí dando vuelta una esquina. Y le escribí un papel en blanco con secretos, renglones de miedos y alegrías...
Le sacó la luz a todo lo que me rodeaba, me iluminó, y jugó a hipnotizarme con su mirada luna plata, cómplice y traicionera.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Estaba tan hermosa cuando la descubrí a la vuelta de la esquina.
Casi penetrable, casi alcanzable.
Tan atrapable como un globo viajante.
1 comentario:
Un espectáculo de post.
Hay mucha entrega en éste texto, me gustó mucho esta imagen: "le escribí un papel en blanco con secretos, renglones de miedos y alegrías".
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