jueves, 22 de abril de 2010

Lunática (30/11/09)


La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.

La descubrí, polar, dando vuelta esa esquina. Y no pude desprenderme de ella. 
Estaba disfrazada de color oro. Ella, tan plata, esta noche jugaba a ser oro.
Estaba aún a medio camino, invitándome a subir, a viajar, a acompañarla. 
Cautivó todos los pensamientos que quedaban libres.
Me sostuvo la mirada el resto del viaje. Y yo no pude hacer más que mirarla.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Se convirtió en vértice de cinco sentidos, cuando la descubrí dando vuelta una esquina. Y le escribí un papel en blanco con secretos, renglones de miedos y alegrías... 
Le sacó la luz a todo lo que me rodeaba, me iluminó, y jugó a hipnotizarme con su mirada luna plata, cómplice y traicionera.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Estaba tan hermosa cuando la descubrí a la vuelta de la esquina.
Casi penetrable, casi alcanzable.
Tan atrapable como un globo viajante.

1 comentario:

hormiga dijo...

Un espectáculo de post.
Hay mucha entrega en éste texto, me gustó mucho esta imagen: "le escribí un papel en blanco con secretos, renglones de miedos y alegrías".