El 15 de marzo lo perdí.
Llegué a casa, y no lo tenía en el mismo lugar de siempre.
Cuando quise seguir la rutina de todos los días, comprobé que no tenía mi cadenita en el cuello, con el librito.
Y lloré, de bronca.
Lo busqué, cada día, durante un tiempo considerable.
Segura que lo iba a volver a encontrar. Lo busqué en la calle, cada día, volviendo a casa.
Lo busqué en el colegio, cada día al irme.
Porque lo iba a encontrar.
Hoy lo encontré en el bolsillo de un saco. Metí la mano, y ahí estaba.
Y lloré, de alegría y de vacilación.
Segura de haberlo perdido para siempre, hoy volvió.
Y no creo que sea el mismo libro.
Hoy sentí lo que Cortázar define como "sentimiento de lo fantástico". Hoy mi día empezó en el medio de un relato fantástico.
Tal vez, ahora puedo meter la mano en el bolsillo y empezar a encontrar cosas.
De las que no busco, pero que, en un rato fantástico, aparecen. Haciendo monigotadas y pidiendo permiso.
Quien sabe.
1 comentario:
Me alegro Lau, me encanta encontrar cosas que creí perdidas. Pero odio más la sensación de perder algo o de haberlo perdido realmente.
Besote,
fede.
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