"El frío es un poco más o un poco menos de calor, y la normalidad es un poco más o un poco menos de locura."
"La que espera", Abelardo Castillo
Si quiero pensar en mi grado de locura, pienso en que me gusta saludar a mi casa cuando me despierto, y que bailo antes de dormir, para descargar tensiones del día.
Que me baño con música alegre y que me pone triste tener que apagar la música para ir a dormir.
Pienso, también, en que las monedas del colectivo se meten de mayor a menor, en que me gusta pensar que a la gente le llama la atención mi capacidad para hacer equilibrio en el subte y que las escaleras del lado izquierdo de la facu, mirando para el patio, me hacen fea.
Me gusta hacer ruido con mi articulación ruidosa, me divierte saberme dueña de un tic un poco molesto.
Si quiero pensar en mi grado de locura, me enamoro a cada rato y me vuelvo a pedir perdón.
Pienso, también, que las tostadas tienen que ser 4, porque 3 es un número impar y 2 es muy poco.
Pienso en que me gusta saludar a mi casa cuando me voy a dormir y que bailo al despertarme, para que el día comience con una sonrisa en la cara.
Porque cuando pienso en mi grado de locura, me desconozco a cada rato, y vuelvo a presentarme.
Porque me gusta bailar en la calle cuando la calle está vacía y cuando la calle está llena.
Porque las avenidas me dan vértigo, y me gusta cruzar al son de mis propios pasos.
Porque si puedo aplaudir en la calle porque sí, aplaudo y sonrío.
Porque sigo creyendo que la sonrisa es un acto reflejo y sigo poniéndolo en práctica.
Porque sigo creyendo que la sonrisa es un acto reflejo y sigo poniéndolo en práctica.
Porque si yo tengo la razón y no hay oposición nomequedoconlasganasde.
Si quiero pensar en mi grado de locura, me doy una palmadita en la espalda.
Me río con ruido.
Y me invito a tomar el té.
1 comentario:
Ay! yo también me invité a tomar el té un día...por ahí anda ese post
=)
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