Me compré una bolsa de palabras en la esquina de mi casa y cuando entré las desparramé por el piso. Se enchastraron, se encapricharon, se enchancharon y me enganché contando sonidos color violeta.
Porque existe la primavera y el pasto se volvió rosa y redondo amarillo limón.
Entonces, abro la ventana, abro los ojos y dejo que entre sin pedir permiso todo el sol terciopelo de la primavera verano que ya llega.
Sonrío en la calle y te recuerdo envuelta en risas de enano. Se me suelta una carcajada del pelo y sacudo bajo la ducha lo que me queda de vos en el cuerpo.
Ahora huelo a hora cero.
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