martes, 12 de octubre de 2010

Crónica

El post día del tiempo prolongado deja zapatillas de colores, flores en los ojos, bicicleta y turaru raru.
Deja eternidades no eternas, conciencia de deseos de no estabilidad y ganas, sobretodo, de que sí.
Porque hay besos amanecidos que tienen sabor dolce far niente. Hay adoquines despeinados, agua circundante, la vuelta del perro y el viento que despeina y hace que la bandera chasquee los dedos.
Quedó el sol en nuestra piel y un lugar que estalla de recuerdos en la alegría, rearmando topologías y gente varia.
Es la posibilidad de querer por tiempo indeterminado, cuando el tiempo no tiene ni forma ni posible figura.
Es la posibilidad de recitar, componer y cantar.
Es que hay lugares esperados que tienen puertos y puertas y puentes levadizos.
Que si queremos querernos bajamos el cierre y nos alejamos del mundo en nuestra propia caminata lunar, que nos obliga a besarnos envueltos en risas cómplices.
Es regalarte compañía y desnudarte el cuerpo y el alma para que sepas lo que no sabías y empieces a dudar de mi capacidad de ficción constante.
Es ser performance del día a día, en las ganas y en las sonrisas.

1 comentario:

Liduvina dijo...

Ay, me gustó mucho, en serio