domingo, 20 de noviembre de 2011

Una noche

La piel se tensó y ellos sintieron las ganas, que se agolpaban en la punta de los dedos y estallaban contra la pared inmaterial del deseo. Se encontraron, una vez más, y el mundo les dejó el espacio libre, para que lo destruyeran y recontruyeran los pasos y las palabras que tantas veces dijeron. Y repitieron los movimientos, las caricias, las miradas.
Volvieron a serse mutuamente.
Aparecieron nuevas marcas, se borró el pasado y la repetición, finalmente, encontró un descanso.
"Te repetí para encontrarme acá", pensó ella.
"Quiero quedarme acá para siempre.", dijo en voz alta. Y no mintió, porque el cuerpo no le hubiera dado esa posibilidad.
"Ahora sos mía", quiso leer en sus ojos.
Y volvieron a serse mutuamente.

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