- Como te venía diciendo - me dijo, siguiendo la conversación abandonada - hay relojes de arena en la pared y es incómodo darlos vuelta.
- Imaginación, paparulo. Imaginación y un poquito de esmero.
No me quiso responder, ofendido por mi respuesta. Tampoco quiso preguntar, por miedo a las represalias.
- Es fácil. - le escupí sin pañuelos en la boca - Si tenés ganas, nos arremangamos y damos vuelta la pared.
Me mostró una sonrisa desofendida y yo sonreí satisfecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario